The kitchen
What am I missing today? Las clases de cocina.
Por si alguien no lo sabe, me recibí de Profesional Gastronómico hace unos años ya.
Es una carrera que durante muchos años quise estudiar, siempre me gustó cocinar, mucho, creo que es de familia, mi viejo cocinaba muy bien y lo disfrutaba mucho. Mi hermana del medio y yo heredamos eso de algún modo.
¿Por qué no estudié eso antes? Es una carrera cara, en la mayoría de los establecimientos. Pero hubo un año en el que me vi con un ingreso que me lo permitía, estaba con mucho tiempo libre, sin impedimentos de salud, y en un impulso me acerqué hasta un instituto y me inscribí, justo a tiempo, las clases empezaban en 2 días.
Y fui tan feliz desde el día uno, pudiendo aprender técnicas que desconocía, la química tras la cocina, aspectos bromatológicos, el trabajo que va detrás de cada plato y la gran diferencia que hace el cocinar algo con amor y alegría.
Tuve la suerte de tener una excelente profesora, una persona excepcional que nos guiaba con pasión por la cocina y por la enseñanza, permitiéndonos explorar y probar lo que quisiéramos.
Una mujer con tanto conocimiento que le desbordaba, y sin tapujos para compartirlos abiertamente. En mi cuaderno de recetas tengo varias de sus recetas personales anotadas.
Y si bien el instituto en sí tenía muchaa falencias, en cuanto a metodologías de enseñanza y dirección, Gisella Pilatti se salía de todo eso para que aprendiéramos más aún, compartiendo con nosotros su cariño por la cocina, con humor e inspiración.
Con ella aprendí a hacer el mejor cheese cake posible, que a todos les gusta. Su receta de los alfajores de maicena es perfecta, con una masa que resulta bien saborizada y con la consistencia perfecta. Incluso, cuando las clases fueron suspendidas por la Covid, ella se ofreció a darnos clases por Meet, sin el concentimiento del instituto, donde aprendí a hacer una tarta de ricota ligera y exquisita.
Fue gracias a ella que logré perfeccionar la receta del bizcochuelo, a un punto tal que resulta infalible.
Después de ella, tuve otra profesora que, dentro de lo posible, nos acompañó en el proceso de aprender, presentándonos sabores y culturas culinarias excepcionales.
Y hoy, me siento con las mismas ganas de cocinar de siempre, solo que no cuento con los tiempos para hacerlo, ni comensales para compartir lo que haga.
Cuando cocino solo para mi, me esfuerzo en hacer cosaa que me gusten y me llenen de alegría, pero igualmente, me gustaría poder compartir eso.
Quizás lo que realmente extraño son las ganas de cocinar para alguien que quiera. Me llena de alegría hacer algo que otra persona disfrute mucho. Ya sea un plato super elaborado, o solo un tomate cortado en cubitos en un platito, para esa persona que ama los tomates.
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