First Take.-
Bueno, ¿qué escribir? Hay tanto por decir, tanto que quiero expresar, tanto que quiero crear, tanto que suelo callar, que, honestamente, no sé por donde empezar.
Un poco de mí, quizás. 35 años de pasos en falso y acierto combinados. Siempre con apetito de arte y expresión, ansioso por aprender de todo. Trato de disfrutar la vida dentro de lo posible, aunque últimamente ando, justamente, Missing this and that, lo cual dificulta un poco el disfrute a pleno.
¿Qué sería This and That? Un poco de todo y nada a la vez. Extraño sensaciones, extraño pensamientos, extraño amistades, extraño al amor de mi vida, extraño momentos, extraño fragancias, extraño habilidades, extraño libertades, extraño posibilidades, extraño lápices, extraño películas y series, extraño sabores...
Entre tanto extrañar, a veces se me dibuja una sonrisa al pensar en algunas de estas cosas, y otras veces me sumerjo en un recuerdo eterno que me acompaña, pero que no siempre me permito disfrutar. Porque puede ser peligroso vivir sumido en recuerdos, porque siempre vemos el pasado como un tiempo mejor, y eso a veces nos impide disfrutar el ahora, ¿verdad?.
Hoy, mientras renegaba con el trabajo, extrañaba mucho el tiempo libre que tenía en la adolescencia, y quizás no disfrutaba. Siempre me gustó mucho dormir, pero en la adolescencia dormía muchísimo, más de lo que duerme un humano habitual. Y de golpe, me abarrotaba de cosas por hacer y no dormía casi nada, a penas un par de horas por día, ansioso por cumplir con todo lo que quería hacer, apurado y desenfrenado.
Solía tener tiempo de visitar a mis amigos siempre que quisiera, y ellos contaban con el mismo tiempo libre, por lo que siempre estábamos disponibles. Y ese ya no es el caso. Coordinar una juntada con amigos cuesta horrores, es muy difícil. Ese es mi caso, al menos.
Pero, que lindo que es cuando estás con amigos y podés hablar de todo lo que quieras, sin tapujos. Poder escuchar sus historias, sus anécdotas, sus pensamientos. Poder ser el confidente que necesitan para ciertas cosas, casi secretos, que no a cualquiera le contarían.
Poder compartir un mate, un café, una cerveza, comer algo juntos, y disfrutar de esas pequeñas cosas, que nos hacen uno más del montón, y únicos a la vez. Porque no con todos los amigos se repiten las mismas experiencias, y no con todos se tienen los mismos rituales.
Con Débora, mi amiga de más años, tenemos siempre un mate de por medio. No importa el lugar, no importa el clima que haga, no importa si es dulce o amargo, pero el mate nos acompaña. Y con ello suele haber un breve resumen de nuestras vidas, y luego compartimos nuestra preocupación sobre la vida de nuestros amigos en común. Ella tiene complejo de salvadora, yo desbrdo instinto paterno, entonces siempre nos preocupamos por los demás. "¿Será que tal persona la está pasando bien con esta situación?" "¿Deberíamos ver cómo ayudar a este otro?" "¿Vos crees que lo que está haciendo es conveniente para ella?". Esas son nuestras charlas habituales, hasta que tiramos algún chiste y volvemos a ser los jóvenes de 15 años que tomaban licor de una petaca al juntarse, y planeaban futuros imaginarios llenos de aventuras y buenos momentos.
Hoy también extraño la facilidad que tenía para expresar todo antes. Tenía distintos blogs, tenía una especie de diario íntimo. También estaba escribiendo una historia, a modo de libro, donde plasmaba fantasías e ideas que se cruzaban por mi mente. Y dibujaba... Dibujaba uchísimo, sin parar. Un cuaderno tras otro, los márgenes de todas mis hojas de la escuela. Cualquier papel que se me cruzara, yo lo dibujaba. Y eso lo fui perdiendo, sin darme cuenta.
Siempre dije que después de mi primer novio, mi "artisticidad" me abandonó un poco. Era un poco en chiste, un poco de verdad. Y ahora, después de haber sufrido una ruptura de mi corazón, me doy cuenta de que nunca fue en chiste lo que decía, era una realidad que no quería aceptar. Ahora, que finalmente viví el amor en plenitud, solo para ser devastado luego por esa persona que amo, me doy cuenta como estas cosas afectan mi outlet en el dibujo. El último dibujo que hice fue para él, y solo lo miró sin ganas, lo guardí y lo enterró entre otras coaas, como para no verlo nunca más. Y yo, no volvi a dibujar.
Ho yme siento a escribir, a contar un poco de todo, porque extraño esas coas, y haré el esfuerzo de recuperar todo lo que extraño, de a poco, como se pueda, con variaciones seguramente, pero ya no quiero vivir anhelando. Quiero cambiar, quiero disfrutar a pleno de la felicidad nuevamente. Escribir me ayuda. Expresarme me sirve, siempre fue así, necesito decir muchas cosas, siempre, y aquí, tras un teclado, solo, con mi música y un café, al fin suelto mis dedos una vez más. Espero haya gente que quiera acompañarme en este caimo, un lector más en mi vida.
Comentarios
Publicar un comentario